El pasado jueves 20 de enero, en Mendaur tuvimos la suerte de contar con la nueva rectora de la Universidad de Navarra —María Iraburu— en nuestro sillón naranja. En este entrañable encuentro —primera visita de la rectora a un Colegio Mayor— surgieron preguntas muy sugerentes como el funcionamiento del rectorado de la Universidad o acerca de los distintos proyectos que se quieren llevar a cabo.

Ante la pregunta de uno de los colegiales: «¿Qué es lo que distingue a una persona que se ha formado en esta Universidad?», la rectora contestó con dos rasgos: la buena formación profesional y la profunda preocupación por los demás, aportando ese carácter humano que muchas veces falta en la sociedad.

María Iraburu comenzó remontándose a los inicios de la Universidad. En este contexto remarcó que este gran proyecto se comenzó con poca gente, pocos recursos y sueños grandes. Continuó contando varias anécdotas de grandes profesionales que pasaron por las aulas de esta Universidad y afirmando que todos ellos han experimentado esta etapa como una atmósfera en el que la conversación sobre grandes ideales para cambiar el mundo ha sido la protagonista. Del mismo modo, la rectora nos insistió en que, como universitarios, no podíamos ser indiferentes ante un mundo que tiene sus retos y sus problemas.

«¿Qué espera la Universidad de los que nos formamos en un Colegio Mayor?», preguntó otro colegial. “Que nos sorprendáis”, respondió con sencillez nuestra rectora. Nos animó a enriquecer el ambiente universitario con todo lo que recibimos en Mendaur y a ser originales, involucrándonos en las necesidades que percibamos que hay en la universidad.

Por último, María Iraburu reconoció que también en este ambiente académico y privilegiado para todos, existen defectos. Por ello hemos de aprender a convivir con ellos y buscar soluciones. La rectora remarcó la importancia de ofrecer un feedback, hablando con sinceridad de lo que veamos que no funciona.

En este distendido ambiente todos disfrutamos de un agradable rato de conversación, agradecemos por ello a María Iraburu el tiempo que nos dedicó y el haber aceptado la invitación para conocer a los que vivimos en Mendaur.